¿Cuál es el límite del poder cuando éste no tiene competencia real? ¿Qué necesitan las oposiciones a estructuras hegemónicas para ser relevantes? Son preguntas en el catálogo de deterioros democráticos del planeta entero. Si algo debió aprenderse en este país, es que el rechazo al oficialismo no es suficiente para ganar elecciones. La única función de los partidos políticos.
Hoy, el revestimiento ideológico podría ser apenas un elemento para ese objetivo, pero una mala lectura de la realidad lo convierte en exhibición de simplismo.
Cuando un sector de votantes no ve mayor distinción entre políticos diferentes, espectáculos como el del PAN este fin de semana reafirma su no aprendizaje electoral. Mientras Acción Nacional se suscribía a los lemas de una derecha identitaria, en Hidalgo la presidenta se comportó como opositora de redes sociales.
Responsabilizar a votantes de las acciones de sus gobernantes cumple una función reivindicativa que satisface el instante, pero no cuenta con mayor utilidad a futuro. Difícilmente la reprenda llevará a alguien a cambiar su voto y quizá sea más susceptible a no ejercerlo. A menos de que se haga desde el poder, entonces se convierte en coerción. Si ese es el parámetro, entonces a asumirlo.
La frase de la presidenta, “para la próxima, cuando voten”, en su visita tras las lluvias que devastaron Tianguistengo y otras zonas, juega en reversa hacia Palacio. Para la próxima, cuando voten, tiene un lugar frente al derrame de Pemex en Veracruz o la incapacidad de contener la extorsión, hecha rutina de vida y muerte en una de las mutaciones del crimen organizado que rige la existencia en grandes franjas del territorio.
Redituar la indignación pide elementos que, con todos los recursos del maniqueísmo, el oficialismo transformó en una especie de orgullo cultural. Sin entenderlo el resto es ocioso.
No me preocupa que la realidad sea politizada. Estoy convencido de que debe serlo para permitir nociones de responsabilidad política, la gran ausente en toda conversación nacional.
Para la próxima, cuando voten, a más de un año de violencia en Culiacán; como recordatorio de las desapariciones diarias, de los asesinatos en Michoacán o Baja California.