La tanatopraxia es la preservación del cadáver a través de procedimientos aplicados para su higiene y restauración. Tiene como fin la dignificación del cuerpo; es decir, que si la persona tuvo una muerte violenta o demasiado violenta, el cuerpo no presente una apariencia morbosa.
Por ello, la tanatopraxia se enlaza con la tanatoestética, que se encarga del arreglo estético del difunto para su presentación final. Laura Báez Galindo, maestra en Tanatología Forense con especialidad en Tanatopraxia y Tanatoestética, señala que estas disciplinas buscan brindar paz y respeto al fallecido, además de que el impacto para la familia al ver a su ser querido en el féretro sea menor.
“Lo que nosotros buscamos es que el impacto de la muerte sea ritualizado para dos fines: el impacto de la familia y el impacto para el propio fallecido. El resto humano tiene derecho a verse dignamente y lo más similar a como estaba en vida. Podemos reconstruir áreas faciales, dorsales, colocar injertos de cabello —que son peluquines—, glóbulos oculares, reconstruir labios, nariz; se puede igualar el tono de piel con aerografía forense, de tal forma que se vea lo más parecido a la piel que tenía en vida.”
De los faraones al siglo XXI
Desde las culturas egipcias se realizaban procesos de embalsamamiento para conservar los cuerpos de los faraones; ahí comenzó la preservación del cuerpo. Posteriormente, en la Edad Media y el Renacimiento, se agregaron aceites y rituales para su conservación.
Con las guerras entre países, fue inevitable el traslado de soldados fallecidos hacia sus lugares de origen; al desplazar cadáveres a largas distancias, surgió la necesidad de preservar los cuerpos y mejorar su imagen para evitar una impresión traumática a las familias de los caídos.
Hoy en día, la tanatopraxia integra conocimientos médicos, químicos y éticos, y ya se incluye en la estructura legal, pues se practica bajo normas específicas como la Ley General de Salud, la Norma Oficial 36, los códigos y procedimientos civiles de cada estado, los reglamentos de cementerios y servicios fúnebres, y la Ley de Donación de Órganos y Trasplantes.
En México, el tanatopraxista aparece junto a los médicos forenses y legistas a finales del siglo XX.
Vocación nacida del acompañamiento
La también gerontóloga Laura Báez comenta que su gusto por la tanatopraxia nació después de estudiar la maestría en Tanatología.
“Como profesión de base tengo la licenciatura en Gerontología, así que acompañaba a personas mayores en el servicio de campo práctico y social. Ellos empezaron a fallecer; los cuidadores no somos convocados a los servicios funerarios. Un amigo me ofrece la oportunidad de conocer la maestría en Tanatología Forense. Le digo que sí y empiezo a trabajar con pacientes víctimas del crimen organizado, feminicidios y familiares de personas desaparecidas en la Ciudad de México y estados colindantes. Estando ahí, me doy cuenta de que para el familiar en búsqueda, bajar a los lugares de refrigeración y el reconocimiento de cuerpos es muy impactante. Por eso decido formarme en embalsamamiento y luego en tanatopraxia para poder acompañar en la trascendencia.”
Recuerda que un día se le dio la oportunidad de acompañar a una persona mayor hasta las áreas forenses. La familia le pidió que estuviera en la preparación del cuerpo porque el señor sabía que ella estudiaba esta disciplina. Así le permitieron el ingreso y tuvo la ocasión de acompañar a su primera persona mayor en vida y en muerte.
“Fue una sensación muy triste, pero a la vez muy satisfactoria. Entendía que dentro de la ética profesional del tanatólogo, más allá de estar en vida, la contemplación en muerte también forma parte de nuestro trabajo y de nuestro fundamento profesional.”
El ritual de preparación
Laura Báez Galindo trabaja de forma independiente y en el ámbito pericial, adjunta a funerarias reconocidas en la Ciudad de México; cuenta con diez años de experiencia.
Relata que, al recibir el llamado, acude al lugar, revisa que el espacio cumpla con las reglas de higiene, se asegura de que el instrumental esté listo y espera el cadáver mientras se prepara con el equipo de protección personal: guantes, bata, mascarilla, lentes, gorro y botas, además de la preparación mental y emocional.
“Antes de cada jornada busco tener un equilibrio que incluye entender el proceso de muerte. Muchos de nosotros tenemos rituales de autocuidado mental que pueden ir desde una reflexión hasta una oración religiosa.”
La especialista obtiene la información sobre el cadáver que va a recibir, es decir, si proviene de una muerte violenta, desmembramiento o un diagnóstico clínico hospitalario. Esto le permite proyectar el procedimiento a realizar y determinar si habrá que hacer alguna reconstrucción del cuerpo.
El proceso comienza en una mesa de acero inoxidable con la higiene del cuerpo. Se vuelve a revisar el instrumental quirúrgico, los productos químicos de conservación y se inicia con el sistema de drenaje y ventilación.
“Al recibir al fallecido me presento: ‘Hola, soy Laura, estás conmigo y voy a comenzar a prepararte porque tu familia te está esperando. Lamento lo que te pasó, pero hay un camino de luz que tienes que seguir’. Mientras llevo a cabo el procedimiento, le explico cada cosa que hago y por qué la realizo.
Le digo: ‘Te voy a lavar tu cuerpo, te voy a cubrir los genitales, te voy a limpiar las piernas, te voy a realizar un drenado’. Es como si estuviera en un procedimiento en vida. Suelo colocar música en los audífonos; al finalizar, me despido de él y le pido que, si en el camino de trascendencia llega a encontrarse con mi abuela y mi hermano Javier, les diga que todo está bien. Luego se los entrego a la familia.”
Cuando la muerte impone límites
Indica que no todos los cuerpos pasan por un proceso de conservación; esto depende del tipo de fallecimiento.
“Hay cuerpos que ni siquiera se pueden procesar. De acuerdo con la Ley General de Salud, cuando se trata solo de un resto o una extremidad, no puede ser tanatopraxiada, únicamente pasa por un proceso de higiene y conservación breve, que forma parte de los químicos aplicados por el embalsamador y luego se entrega a la familia.
"Aunque en la mayoría de estos casos son cremados directamente, para evitar un impacto traumático a la familia al abrir el féretro. Si el cadáver viene de una muerte violenta, si tuvo un desmembramiento o presenta un gran deterioro, es muy difícil manipularlo y riesgoso sanitariamente entregarlo a los familiares, por lo que se opta por la cremación.”
Asegura que se consulta a la familia sobre la creencia religiosa, se solicita la vestimenta que quieren que use el difunto y, en algunos casos, se pide una fotografía del fallecido para igualar lo más posible los rasgos que tenía en vida, con el fin de lograr frases como: “Parece que está dormido” o “Ni parece que está muerto”.
“Se piensa que somos los locos de la familia porque trabajamos con cuerpos y que no nos duele la muerte, pero la realidad es que en mi caso personal me siguen impactando las muertes por el crimen organizado, trabajar con cadáveres que fueron encontrados en fosas y que no están anatómicamente completos.”
Ética, sensibilidad y autocuidado
Insiste en que el tanatopractor busca dignificar, con ética y respeto mortuorio, el resto humano, porque nadie sabe qué hay después del umbral de la vida, y lo que se piensa es que hay una trascendencia divina.
Como en toda profesión, hay expertos con cierta insensibilización al trato humano, aunque puede justificarse por el desgaste físico y emocional. Por ello, se recomienda tomar terapia para descargar el impacto emocional que se vive en las áreas fúnebres. Cuando esto no se hace, la mente implota y aparecen niveles altos de burnout; ahí surge el trabajo frío y sin ética, precisa la tanatopraxista.
Reitera que la presencia del tanatopractor al final de la vida ayuda a que las ceremonias de despedida sean con mayor respeto y serenidad, a través de la apariencia de tranquilidad del cadáver.
Preparar la propia despedida
La maestra en Tanatología invita a que seamos conscientes y preparemos nuestra fiesta mortuoria: elegir nuestra ropa, nuestra foto y realizar los gastos funerarios, donde va incluido este tipo de profesionales, entendiendo la ciclicidad de la vida.
En relación con las tradiciones del Día de Muertos, Laura Báez señala que la veneración a quienes ya no están podría ayudar a comprender que, en el camino de la vida y la muerte, todos los días nos acercan a la trascendencia.
“El hecho de ver flores, velas o altares son sinónimos de un símbolo transformador ante la ausencia de la persona que se ama, recordar a quienes partieron y que siguen vivos en nuestra memoria y corazón. Es aprender a amar la intensidad de la vida.”
Precisa que si en México se celebra un recuerdo y se cuida un resto humano, ambas estructuras —la festividad y la disciplina tanatopráxica— enseñan la fuente del amor ante la muerte; de ahí la importancia de comprender la finitud.
"Ya lo dijo Elisabeth Kübler-Ross: solamente aquel que entiende la muerte puede entender lo que significa la vida. Si yo sé que soy un sujeto que puede morir, si yo sé que soy un mortal, tal vez, y solo tal vez, la capacidad de disfrutar el día a día tendría un sentido mayor, entendiendo que mi proceso de vida puede terminar en cualquier momento.”
Glosario de términos
1.- Tanatopraxia: Del griego tanatos (muerte) y praxis (acción o práctica). Significa “acción sobre la muerte”, es decir, la preparación del cuerpo después de morir.
2.- Tanatopractor: Especialista en la conservación, higiene y restauración del cuerpo humano después de la muerte. Su función principal es conservar, desinfectar, reconstruir y embalsamar. También domina técnicas de maquillaje, arreglo y presentación final. Su enfoque es técnico, sanitario y humanista.
3.- Tanatoestilista: Profesional encargado del arreglo estético del cuerpo tras la preparación técnica del tanatopractor. Conoce de maquillaje mortuorio, vestimenta y reproducción de una apariencia natural y serena.
4.- Embalsamador: Especialista en preservar el cuerpo mediante la inyección de sustancias químicas, proceso conocido como embalsamamiento. Sustituye líquidos corporales por preservantes que retrasan la descomposición y reducen riesgos sanitarios.
5.- Autopsia: Examen realizado por un médico forense o patólogo después de la muerte, con el fin de determinar las causas del fallecimiento o aclarar procesos judiciales y posibles negligencias médicas.
6.- Necropsia: Análisis científico, patológico y epidemiológico del cuerpo. Permite observar las alteraciones patológicas y su desarrollo. La realiza un médico patólogo o un investigador clínico.
Leyes que protegen al cadáver
Ley General de Salud
Artículo 312: El cadáver debe recibir trato digno y respetuoso sin importar las circunstancias de su muerte.
Artículo 313: Regula los procedimientos de autopsia y necropsia con fines legales, sanitarios o científicos.
Artículo 314: Define las condiciones de inhumación y cremación bajo normas y autorizaciones específicas.
Artículo 315: Establece el traslado de cadáveres bajo permisos oficiales, dignificación y vehículos adecuados, como las carrozas, que en ocasiones cuentan con climatización para traslados foráneos.
Artículo 316: Prohíbe la comercialización de cuerpos o partes humanas.
Artículo 317: Regula el uso de cadáveres con fines científicos y educativos, siempre bajo autorización legal y con respeto digno hacia el difunto, pues se destinan a los anfiteatros.
e&d