Entiendo que la admiración y la lealtad que la presidenta Sheinbaum profesa a López Obrador le impida deslindarse de él. No soy de los que espera que lo haga, ni ahora ni en el futuro previsible. Pero por más que lo honre tiene que lamentar, en su fuero interno, el reguero de problemas que le dejó. Y no me refiero a los que cualquier administración entrega sin resolver, sino a los que por terquedad o tardanza en resolver AMLO le heredó a ella a sabiendas de que reventarían. Reviso cuatro: el huachicol fiscal y la Barredora, los aprietos financieros, la reforma judicial y el enredo aeroportuario.
1. Los escándalos del contrabando de combustible y del crimen organizado que jefaturó el ex secretario de Seguridad en Tabasco, que estallaron con el empujón de autoridades estadounidenses, tienen a CSP contra las cuerdas. No hay manera en que los ex secretarios de Marina y de Gobernación, junto con quien fue su jefe, escapen de responsabilidad ante la opinión pública. A ella le conviene ir al fondo de las gigantescas tramas de corrupción porque recogería la bandera de la honestidad valiente que quedó en el suelo, pero sabe que procesar a los ex colaboradores de AMLO implicaría mancharlo a él y está tratando de bajar los decibeles mediáticos del caso. Si sigue por ahí la sospecha de encubrimiento le pasará una pesada factura.
2. AMLO se comió todos los ahorros de fideicomisos y le legó un Estado en los huesos. Si a ello sumamos el endeudamiento por las elecciones y el tamaño presupuestal de los programas sociales, el asunto se torna crítico.
3. La elección de juzgadores es una bomba de tiempo que AMLO le endilgó a CSP. Por más que repita la falacia de que elegirlos hace a México el país más democrático del mundo, ella sabe que le va a dar muchos dolores de cabeza. Y no hace falta que empresas de Estados Unidos reclamen la morenización de la judicatura: con el caos procesal que se está provocando es bastante.
4. La cancelación del aeropuerto de Texcoco tuvo causas políticas y efectos económicos. AMLO fue presionado por empresarios que querían la continuación del proyecto y quiso enseñarles quién manda aquí, como reza la portada del libro que puso a cuadro en el video en que anunció su deplorable decisión. El costo de cancelarlo aún lo pagamos los mexicanos, y lo resentimos más los pasajeros que usamos el aeropuerto Benito Juárez y tenemos que pagar un desmesurado cargo (TUA). Pero ahora surgen otros perjuicios. El gobierno estadounidense revocó permisos a 13 rutas del Felipe Ángeles a su país porque AMLO, para levantar su decaída obra, exigió entre otras cosas que aterrizaran allá los aviones de carga. ¿Pretexto de los gringos? ¿Para qué se los dio?
Seguramente CSP piensa que, si bien AMLO le dejó estas calamidades, también la hizo presidenta. De acuerdo. Pero esto ya no es personal: las consecuencias de los errores de su mentor dañan a México. Ella puede justificar los problemas 3, 4 y 5 con el argumento de que se dieron en el esfuerzo de sacar adelante la agenda de la 4T que ambos suscriben; lo que no debe hacer es soslayar el primero de ellos, y menos proteger a su antecesor. Lo digo porque la frase que escribió en su nuevo libro, “nunca podrán vincular a AMLO con la corrupción”, no suena a vaticinio: suena a instrucción.