Política

Los hoyos negros de la polarización

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  • César Romero

Pocos caminos más recorridos en el mundo intelectual que el utilizar fenómenos naturales como referente central de algún tema social. Pues justamente esa es mi excusa en esta ocasión –“si lo hizo Aristóteles…”—para intentar un símil entre esa inmensa concentración de fuerza de gravedad que ocurre en algunos lugares del universo y la epidemia de polarización padecemos en este pequeño planeta.

Desde hace algunos años he llegado a la conclusión que el mundo acelera su paso rumbo a una tercera guerra mundial. El auge de la industria del miedo a consecuencia del ataque del 9/11 de 2001, las delirantes dinámicas de voracidad detrás de la mega crisis financiera de 2008, los reacomodos geopolíticos que nos llevan de vuelta al esquema de dos grandes bloques (U.S. vs China) y el mismo resurgimiento de un populismo tan parecido al que infectó el siglo pasado a Italia y Alemania, me parecen evidencias en ese sentido.

Aunque claro, también podría ser una simple consecuencia del cambio de perspectiva que suele llegar ante el inexorable avance del tiempo personal.

Por supuesto que reconozco logros importantes a nivel global. La pobreza extrema se ha reducido en amplias regiones del planeta. El crecimiento de la población se ha estabilizado. En promedio, en el último siglo hemos ganado un par de décadas de tiempo de vida. Sigo convencido que la tecnología, con todos sus riesgos, nos ayuda. Y en lo social, también hemos avanzado. La equidad de género, el respeto hacia la diversidad, construir relaciones armónicas con el medio ambiente ya no parecen sueños inalcanzables.

Pero la polarización. La maldita polarización. Síntoma y a la vez causa de nuestros enormes problemas estructurales --entre otros: inequidad económica extrema, la desesperanza endémica, la flagrante contradicción entre valores y las fórmulas de éxito—la polarización está hoy por encima de ideas románticas como la solidaridad, la empatía o el bien común.

Una disculpa, cuando comencé este texto pensé que estaría más aterrizado a la crónica del momento: el acoso militar de Estados Unidos contra algunos regímenes básicamente indefendibles del continente. Las dinámicas pre-guerra civil entre la cacería de “Mexicans” (léase, "illegal immigrant") en las grandes ciudades estadounidenses. Pero no, me quedo con el sentimiento. Esa sensación de resignación ante el creciente deterioro de la calidad de vida en las calles, en las aulas vacías, en autoridades incapaces de resolver casi cualquier problema.

Termino por el principio. Los hoyos negros son regiones en el espacio-tiempo cuya fuerza de gravedad es tan poderosa que nada, ni siquiera la luz, puede escapar. Formados por el colapso de inmensas estrellas y sistemas planetarios, se convierten en una especie de réplica a un universo en expansión acelerada. Localizado a poco más de 1,500 años luz de la Tierra, Gaia BH1 es el más cercano a nosotros.

Bueno fuera que esa distancia nos separara del regreso del racismo, esa añeja visión social que divide a los seres humanos por la pigmentación de la piel. O del fanatismo que, con excusas diversas, pretende convencernos de que solo hay de dos sopas, “la nuestra o la de ellos”. Formula favorita de quienes ejercen el poder político sin talento, la polarización funciona. Aunque, como en el caso del espacio exterior, todo termine – inexorablemente— en un gran colapso cuando un hoyo negro “choca” con otro. Por eso, la lógica de conflagración global se presenta como “natural”.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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