La celebración del “Día de Muertos” es una de las tradiciones más emblemáticas de México, un legado que, más allá del folclor, debe ser fomentado con mayor pasión y difusión. Desde el 7 de noviembre de 2003, la Unesco declaró al “Día de Muertos” como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, un reconocimiento a su importancia como una expresión cultural ancestral y viva que merece mantenerse siempre.
El maestro en historia José Antonio Cruz Álvarez, con especialidad en Historia de México por la UNAM, reafirma que esta conmemoración se ha celebrado a lo largo de más de 3 mil años, con profundas raíces en las culturas prehispánicas. No obstante, la festividad moderna es una fusión de estas tradiciones ancestrales con las celebraciones católicas del Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre), introducidas por los españoles.
Conexión espiritual
Pero, ¿qué hay más allá del altar y las calaveritas? Para muchos creyentes en la espiritualidad, la muerte no es el fin, sino el regreso a la esencia y la verdadera vida. Se trata de dos mundos en dimensiones distintas, pero íntimamente conectados, permitiendo que los seres queridos que ya no están en este plano terrenal envíen mensajes a los vivos. Esto puede ocurrir a través de sueños o, de manera más directa, mediante personas con el don de la mediumnidad, quienes actúan como puente y canal de comunicación.
Una de estas personas es Juan Carlos Ramón López Díaz, quien afirma tener la facultad de ver el plano de los desencarnados (muertos) desde que nació, como si fueran personas en su vida diaria. En el marco del “Día de Muertos”, López Díaz exhorta a la población a recordar a sus seres queridos con amor, a venerarlos y honrarlos con un altar colorido.
“Los muertos o desencarnados están en este mismo tiempo-espacio, pero en otro plano, en otra dimensión,” explica el médium. “Nosotros, los médium, los podemos ver como en una convivencia entre vivos o muertos. Muchas veces están cerca de nosotros, a un costado, esperando entrar en nuestro cuerpo-materia para comunicarse, para solicitar apoyo y ayudarlos a trascender, para pedir perdón, para alertar sobre algún peligro o simplemente decirles qué hacer para vivir mejor”.
López Díaz subraya la importancia del altar, no solo con fotografía y los platillos que degustaban, sino con elementos clave para su trascendencia, como el fuego de las veladoras, del cual toman energía. Detalla que muchos de los platillos colocados en la ofrenda pierden su olor y sabor, pues han sido degustados por los espíritus.
Don, al alcance
El médium tamaulipeco sostiene que todas las personas tienen facultades y dones, y que en cierto porcentaje los seres humanos poseen la mediumnidad. Sin embargo, no todos logran ver, escuchar o sentir a los espíritus porque la mente está saturada de información y las preocupaciones diarias “nublan nuestra sensibilidad”.
Finalmente, Juan Carlos Ramón López Díaz precisa que el mundo de los muertos es tan real como la vida y reitera la necesidad de fomentar esta tradición milenaria entre la niñez y la juventud, no solo a través del recuerdo y el altar, sino aprendiendo a sentirlos y escucharlos, ya que asegura que un alto porcentaje de ellos no está consciente de que murió, y los vivos tienen el poder de ayudarlos a trascender.
JETL