Política

“Me gusta quebrar mujeres”

Un juez le concedió prisión domiciliaria, presuntamente por su avanzada edad. Especial
Un juez le concedió prisión domiciliaria, presuntamente por su avanzada edad. Especial

La frase se atribuye a Raúl Martins Coggiola, conocido en Cancún como El rey del burdel. Un hombre que, seis años después de haber ingresado al Reclusorio Norte, regresó el lunes primero de septiembre a vivir a un lujoso departamento con vista al mar Caribe.

Este relato da continuidad al reportaje publicado el martes pasado en MILENIO por mi colega Óscar Balderas, sobre este personaje dedicado, presuntamente, a la trata de personas, entre otros delitos graves.

Complemento la información proporcionada con el testimonio de Lorena Martins, hija de Martins Coggiola, quien desde 2011 aportó pruebas sobre las actividades delictivas de su padre.

La primera noticia pública que se tiene del Rey del Burdel lo ubica en Argentina como agente secreto de la Secretaría de Inteligencia del Estado. Afirma Lorena que, de niña, en casa le dijeron que su padre era maestro de historia. Lo recuerda también como un hombre violento, particularmente con las mujeres, que solía portar armas de fuego.

Más tarde se enteró de que alternaba la supuesta profesión docente con la de agente secreto, pero a los niños no les estaba permitido preguntar sobre el otro empleo.

El sigilo que rodeaba los asuntos familiares hizo que ella tardara en tomar consciencia de la actividad principal de su progenitor, y de sus colegas espías, con quienes se asoció para montar una red de prostíbulos en Buenos Aires y otras poblaciones.

El telón de aquel complicado teatro cayó al suelo cuando la prensa denunció a Martins de esclavizar mujeres dentro de sus establecimientos. Destacadamente, el periodista Rolando Graña investigó y luego exhibió las distintas actividades delictivas relacionadas con esa red criminal.

Además de trata de personas, el grupo de exagentes estaba ligado a organizaciones criminales de talla internacional –entre ellos Los Zetas mexicanos– con quienes sostenían negocios relativos al lavado de dinero y el tráfico de narcóticos.

En aquella misma época, el fiscal bonaerense, José María Campagnoli, integró las acusaciones vertidas contra Martins y las presentó ante la justicia argentina. El escándalo mediático obligó a Raúl Martins a dejar su país. Migró primero a la ciudad de Tijuana, acompañado por su entonces pareja, Estela Percival. De su lado, Lorena, su madre y sus hermanos se mudaron a la península ibérica.

En la frontera mexicana, con la ayuda de sus nuevos socios –Arturo Maya y Héctor Huerta– Martins montó un par de antros con vocación de table dance cuyo éxito le permitió encaminar luego sus pasos hacia la península de Yucatán.

Años atrás, en Cancún, se había establecido un compatriota suyo, un poco más joven, de nombre Gabriel Conde. En esa población quintanarroense regenteaba un concurrido prostíbulo clandestino ubicado en el sótano del Mix Sky Lounge.

En ese mismo sitio sería tomada una fotografía donde aparecen el político argentino Mauricio Macri y su esposa Juliana Awada, festejando su luna de miel, años antes de que el primero se convirtiera en presidente de su país.

Tal imagen sería más tarde utilizada para acusar a Macri de haber recibido financiamiento del negocio de la prostitución para sus campañas electorales.

Lorena Martins asegura haber roto contacto con su padre desde que ambos abandonaron Buenos Aires hasta que, en 2002, decidió visitarlo en su nueva residencia mexicana. Dice que fue entonces que confirmó los peores rumores que corrían sobre él.

Responde ante pregunta expresa que ocurrió después de conversar con una chica argentina que se hallaba desesperada por no poder librarse de la red de trata encabezada por el exagente Martins, debido a que ese hombre tenía retenidos sus papeles de identidad.

Refiere Lorena que ingenuamente decidió enfrentarse sin calcular que también ella sufriría amenazas, al tiempo que, como a la otra chica, le hicieron perdedizo el pasaporte. Habría además confirmado que su padre tenía nexos con Los Zetas la vez que un sujeto identificado como integrante de esta organización criminal la abordó para informarle que estaba bajo vigilancia.

La periodista mexicana Lydia Cacho contó parte de esta historia en su libro Esclavas del poder, editado en 2015. Por tal denuncia, se presume, una bomba de fabricación casera habría explotado en su domicilio. Este motivo influyó para que solicitara asilo en el extranjero.

Después de mucho negociar para que la dejara irse de México, Martins aceptó que su hija Lorena regresara, no a España, sino a Buenos Aires. Allá fue a dar, pero no partió con las manos vacías. Durante el tiempo que permaneció en Cancún habría hecho acopio de documentos probatorios sobre el papel que su padre jugaba dentro del complejo entramado delincuencial.

Pocos meses después de que ella se instaló en Buenos Aires habría sufrido un ataque armado fuera de su domicilio. Convencida de que el autor intelectual de aquello era su padre, Lorena decidió entregar los documentos en su posesión al fiscal Campagnoli.

En 2011 Lorena Martins volvió a México un par de días para proceder de manera similar ante la justicia mexicana. No obstante, a pesar de la contundencia de las pruebas, la PGR tardó siete años en lograr que Raúl Martins fuera detenido para enfrentar la orden de extradición solicitada por el gobierno argentino y también los delitos tentativamente cometidos en México.

Han transcurrido casi catorce años desde que aquellas denuncias fueron presentadas y seis desde que Martins ingresó al Reclusorio Norte. Sin embargo, a la fecha no existe sentencia en su contra y tampoco fue enviado de vuelta a la Argentina.

En cambio, hace dos meses, un juez le concedió prisión domiciliaria, presuntamente por su avanzada edad; (recién cumplió setenta y siete años).

Mi colega Óscar Balderas narró en su pieza periodística de esta semana una fiesta organizada por Raúl Martins, dentro del exclusivo fraccionamiento de Cancún donde en días pasados, custodiado por unos cuarenta agentes de la Guardia Nacional, volvió a reunir con ostentación a sus amigos y socios del negocio de la prostitución.    

Martins no solamente gusta de quebrar la voluntad de las mujeres, también lo hace con las leyes y el poder. Es más que justificado el riesgo que significa la reciente excarcelación de su padre, expresado abiertamente por Lorena Martins.


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Ricardo Raphael
  • Ricardo Raphael
  • Es columnista en el Milenio Diario, y otros medios nacionales e internacionales, Es autor, entre otros textos, de la novela Hijo de la Guerra, de los ensayos La institución ciudadana y Mirreynato, de la biografía periodística Los Socios de Elba Esther, de la crónica de viaje El Otro México y del manual de investigación Periodismo Urgente. / Escribe todos los lunes, jueves y sábado su columna Política zoom
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